LA SAGA DE LOS SIMARRO: UN PSICÓLOGO ENTRE PINTORES
La huella actual de los Simarro
La reciente noticia de la venta de carpetas con acuarelas del pintor Ramón Simarro Oltra, datadas de mediados del siglo XIX, y de la intención de sus compradores, de organizar alguna exposición en Xàtiva, más la próxima publicación de una monografía de dicho autor por parte de Antonio López, del que publicara un avance en el último Congreso de Arte e historia, nos llevan a dedicar la Biblioteca a una interesante saga, que no sólo dio pintores a Xàtiva, sino también fotógrafos y psicólogos clínicos.
Los Simarro pintores
Los Simarro pertenecían a una saga de artesanos-comerciantes, típica de Xàtiva, dedicada en este caso a prestar servicios como pintores decoradores. Antonio López documenta como tales a Ramón Simarro, y a sus hijos, Vicente y Ramón. Pero fue Ramón quien mostró gran talento como retratista. Lo demostró con un cuadro para la reina Isabel II, aprovechando una corta visita a Xàtiva en agosto de 1844, encargándose también de adecentar y decorar pictóricamente el palacio de Alarcón, lugar donde pernoctaría. Previamente había recibido formación artística en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Posteriormente en Alicante, siguió creciendo, y recibió importantes encargos. Lugar donde también conoció el amor al casar con Cecilia Lacabra, hija de una familia de militares, que le apoyaron económicamente para poder seguir los pasos de José Ribera, y cumplir el sueño de cualquier pintor de la época, viajar a Roma.
Así podría mejorar su técnica, y satisfacer suponemos la demanda de la alta burguesía valenciana. Pensemos que sólo en Xàtiva existía una fortísima clase comercial y terrateniente que demandaba retratos de familia, al estilo de los grandes reyes, en espera de la llegada de la fotografía. A parte de mejorar en la captación del retrato y la figuración, quiso también profundizar en la pintura histórica. Recibió clases en la Academia Nacional de San Luca de Roma donde práctico el desnudo al natural, alcanzando gran nivel en la representación anatómica del cuerpo humano, del que se guardan bellísimos ejemplos en la Fundación Simarro de Madrid. Los bocetos subastados hace unas semanas, se enmarcan cronológicamente entre 1847 y 1850, año en que se casó con Cecilia Lacabra, y marchó a Roma junto a su esposa. Un año más tarde, nació su único hijo, Luís Simarro Lacabra, más conocido en Xàtiva, por dar nombre a un instituto de secundaria. Tuvo como padrino a Luís de Madrazo, compañero de pinceles en tierras transalpinas.
Desde Xàtiva, recibió Ramón Oltra, el encargo de copiar dos retratos de Calixto III y Alejandro VI, de los que sólo quedan en el Museo de l’Almodi, copia de dos grabados, al destruirse los anteriores durante la Guerra Civil, pero que dejan constancia, del tipo de pintura en el que se estaba especializando, y se sospecha que alguno de los retratos de lejanos ancestros que cuelgan en algunos caserones de Xàtiva, pudiesen salir de su pincel.
la muerte del pintor
Pero en Roma desgraciadamente contrajo la tuberculosis Vino a morir en la plaza Roca, donde convivía junto a su hermanos, esposa e hijo. Por entonces, estrecheces económicas, le impidieron fundar hogar propio. Falleció en 1854, un 7 de mayo, con apenas 33 años, y toda una carrera por delante. Al día siguiente feneció su esposa, la causa: la enfermedad de la desgracia, según apunta el Registro Civil, como eufemística manera de referirse al suicidio. Boix nos lo apunta en memorias de Xàtiva: “…arrebatada por un acceso de dolor, en el mismo instante de la muerte se precipitó de lo alto de su casa, muriendo al día siguiente, y dejando a un niño en la orfandad”.
Afortunadamente no acabó Luís en la Beneficencia, sino que fue criado por sus tíos. Podemos afirmar que hacia 1860 vivía junto a sus tíos, los Simarro Oltra: Vicente, Ana María y Josefa. Ellos y la ayuda de su padrino, Luís Madrazo, le permitieron una buena educación, pero no orientada hacia las Bellas artes, sino curiosamente hacia la medicina. Barajamos la hipótesis de que aquella vocación le pudiese venir por la familia política, los Ochoa Arau. Y lo apuntamos porque a principios de la década de los sesenta, Vicente Simarro casó con Josefa Ochoa Arau, hermana de Vicente, director por muchas décadas del Hospital de la Seu, donde trabajó con el doctor Blasco Soto, y Ernesto Sanz que le sustituyó en el cargo, y fue el primero en proponer homenajes para Luís Simarro Lacabra, tras su muerte
Un psicólogo educado por un fotógrafo
Abandonaron así los Simarro, la casa de la plaza Roca, tal vez de los Santandreu, por el escudo que encabeza la colosal entrada al caserón, hoy bastante degradada, y desde donde se cree que se suicidio Cecilia, arrojándose de su piso más alto. La estrecha relación con los Sentandreu, se corrobora porque el primer hijo del matrimonio, Jose Simarro Ochoa, tuvo como padrino de bautismo a José Sentandreu Tudela, en el año de 1863, cuando Luís era ya todo un adolescente.
José permanecería en Xàtiva para seguir el oficio de su padre, el que fundó pensamos el primer estudio fotográfico de Xàtiva en la calle Canónigo Cerián. Pero creemos que alternó los pinceles con el nuevo invento. Suponemos pensó que, con aquellas máquinas, que conseguían retratos perfectamente delineados, despejados de sombras, los retratos al óleo, ya no tenían sentido, y tal vez pudiera combinar ambas profesiones, iluminando con sus pinceles las fotografías, en espera de la llegada del color. Mientras Luís se convirtió en el precursor y primer catedrático de psicología clínica de España, ayudando a Ramón y Cajal a ganar el Nobel, mientras luchaba por salvaguardar el legado píctórico y documental de los padres que nunca conoció.