EN RECUERDO DE MARIO SOLDEVILA BOTELLA
Nos dejó hace unas semanas Mario Soldevila Botella. Otro setabense de la generación nacida en los años treinta, sin cuyos apellidos se puede entender una buena parte de la historia contemporánea de Xàtiva, ni la de sus pintores, de la que formó parte como acuarelista, junto a Leña, Giner o Daroca-el último referente que nos queda de aquella espléndida generación-, o Alfredo Mompó, su gran amigo, con el que compartía una irónica visión del mundo que les había tocado vivir
El apellido Soldevila arraigó en Xàtiva para siempre, tras la llegada del comerciante catalán Tomás Soldevila Grau junto a su familia. Llegaron como empresarios de Manresa para fundar un almacén de telas de algodón con entrada por Fuente Alós y salida pels quatre cantons, y que popularmente fue conocida como la Botiga la Mona, el buque insignia del esplendor del comercio textil del carrer Botigues, un tramo convertido hoy en referente del ocio nocturno.
Su hijo, el benjamín y único varón, Cándido Soldevila Sanmartín, el bisabuelo de Mario, fue arquitecto del sistema de la Restauración en Xàtiva, para poner coto a los desmanes causados por la Primera República, y convertirse en el gran líder del partido conservador local, siendo alcalde de la ciudad, y diputado provincial en numerosas ocasiones. Lo que tuvo continuidad con otros miembros de su familia, como Cándido Soldevila Palau, y su sobrino Jose Romero Soldevila, que fuera también alcalde en numerosas ocasiones, por el partido conservador.
Mario Soldevila Botella nació en Font Alòs, 8, en 1934, un caserón convertido en espacio de acogida para todos los Soldevila en los tiempos en que triunfaba la familia tradicional y extensa, más allá de padres e hijos. Un espacio de solidaridad, por tanto, con vistas a la plaça de Sant Francesc, que el propio Mario inmortalizara en una bella acuarela, de las muchas que él solía regalar a los miembros de su familia, en los momentos en que celebraban alguna efeméride importante. Un lugar donde ejerciera también su padre, Tomás, como odontólogo.
El amor no entiende de colores políticos. En 1927, Tomás casó con Palmira Botella Terol, hija del empresario Hilario Botella Satorres. Un emprendedor como el patriarca de los Soldevila, llegado a Xàtiva desde Bocairent, para progresar en la capital de la Costera como fabricante de anisados, aguardientes y licores que, en sociedad con los Requena, abrió destilería primero en la calle Argenteria, y posteriormente en la Avenida del Carmen. Como prueba de su prosperidad, alzó la primera casa modernista de la ciudad, contribuyendo al desmantelamiento de la puerta del León, y al inicio de la actual configuración de este céntrico espacio urbano. Y desde los bajos de su vivienda, gestionó también un cine, que luego alquiló para atraer a Xàtiva, el Banco Hispanoamerciano. Y, como el bisabuelo y abuelo de Mario, por la rama de los Soldevila, fue también político. Fundador en Xàtiva, junto a Lino Casesnoves Gandia, del partido Unión Republicana, de orientación lerrouxista, y que a su vez fuera padre, de Artemina Botella, precursora en Xàtiva del movimiento feminista, y primera mujer concejal del Ayuntamiento, por el partido de Izquierda Republicana.
Mario residió en Font, Alós, 8 hasta 1941, momento en que se trasladó a vivir en uno de los pisos de la finca modernista. José López Sellés le fotografió desde el balcón de la residencia que ya le acompañaría hasta el fin de sus días, dedicándole también años más tarde la poesía pinta un hombre asomado a la ventana, desde donde situó su taller de pintor. Y, allí compartió aficiones con su único hermano, Jesús, con el que salía de caza y en bici hasta que partió hacia Ibi a fundar su propio hogar. Mientras, Mario creaba el propio en Font del Lleó, al casar con Francisca Juan Balbastre, con la que tuvieron a Fani, su única hija.
Se presentó en sociedad como acuarelista en la exposición de Feria de 1959, con 25 años. Le acompañaron, entre otros, Francisco Climent, Joaquín Tudela, Juan Francés, Roberto Martínez”leña”, o los hermanos Daroca. Presentó cuatro acuarelas sin identificar bajo el título genérico de paisajes. Tuvo como compañero de modalidad a Guillermo Sanchis. No fue nunca un pintor urbano, ni de exteriores. Se inspiraba en fotos tomadas por él. Era una autodidáctica que prefería pintar cuando le apetecía, desde su improvisado estudio con vistas a la Alameda.
Como tantos otros pintores, buscó el camino de la subsistencia en la enseñanza, dada la dificultad para vivir profesionalmente de las Bellas Artes. Tras aprobadas las oposiciones como maestro nacional, pasó por el Alejandro VI-actual Bruschetti-, de 1965 a 1967, donde fue compañero de Antonio Marzal, luego impartió docencia en el Martínez Bellver, de 1967 a 1970. Al año siguiente sufrió un breve “exilio” que le llevó a la localidad de Montejaque( Málaga). Finalmente, consiguió su plaza definitiva en Canals, en el colegio Calixto III, donde se jubila en 1994.
La década de los setenta hasta inicios de los ochenta fue su etapa más productiva por lo que a exposiciones se refiere. Cuelga obra en más de una treintena de salas repartidas por toda la geografia nacional, llegando incluso, a la localidad francesa de Aix-les-Bain, y a París. Destaca la realizada en 1976, en la Galería Xiner de Valencia, donde sólo participaron artistas setabenses. A partir de mediados de los ochenta, con su vida ya estabilizada, deja ya de exponer, y pinta sólo por placer y para la familia. Además de gran acuarelista, Mario de su etapa como maestro, desarrolló una gran destreza en la elaboración de reproducciones a escala de todo tipo de vehículos, desde jeeps, hasta locomotoras y camiones de la empresa de su abuelo, de la Destilería Hilario Botella.